"El Apra nos gobierna con apariencias y la hipocresía está tomando el lugar de las decisiones"

Por Fernando Vivas, periodista

Que no se ofendan los sinceros por la generalización o abusiva inclusión. Aludo, en abstracto, a la hipocresía que aqueja, desde larga data aunque con renovada aprobación, a nuestros principales poderes. Que se lee entre líneas en las declaraciones de sus cabezas, que motiva muchos de sus actos, que convierte sus sonrisas en rictus y que --como los periodistas no estamos libres de pecado-- también asoma en titulares. Más que nunca, estamos siendo gobernados por las apariencias y el grado de hipocresía que demanda el trato cortés se ha excedido y está tomando el lugar de las decisiones.

Me refiero, en concreto, a las últimas imágenes de la pareja presidencial en recogimiento navideño ante el cardenal Juan Luis Cipriani, mostrando una devoción religiosa que al menos a García no se la conocíamos de antes y componiendo, para la foto, una estampa de armonía conyugal que intuimos no es tal luego de haberse revelado el affaire Federico Dantón, el hijo nacido fuera del matrimonio.

La hipocresía, política y mediática, es tan o más pronunciada en el Congreso. Su presidenta, Mercedes Cabanillas, se rasgó las vestiduras porque su tocaya Mercedes Aráoz, ministra de Comercio Exterior, dijo que los lobbies de los casinos y tragamonedas influían en el Congreso. Y con un espíritu de cuerpo digno de tropa enardecida y no de un Parlamento que debe interpretar cargos y palabras con serenidad y precisión, le exigió que se rectificara.

Por supuesto, que ese y otros lobbies influyen en el Congreso y decirlo en abstracto, sin acusar a ningún congresista en particular, es perfectamente válido. Pero la más bisoña de las Meches, quien poco atrás había metido la pata con declaraciones poco amables sobre Ecuador (en la diplomacia, el grado necesario de hipocresía es bastante más amplio que en política interna), pidió perdón y se tragó el sapo. Y la insinceridad ganó una batalla.

Y acaba de ganar el último combate del año. La misma Cabanillas, pretendiendo emular al conciliador de la PCM, Jorge del Castillo, reunió a monseñor Luis Bambarén con Carlos Raffo para que hicieran las pases, luego de que el segundo restregó al primero ligeros rumores sobre presuntos hijos en Chimbote.

Raffo es un irresponsable por difundir tales ligerezas, pero no creo que imputar paternidad y, por lo tanto, desobediencia de los votos de castidad, a un sacerdote que tiene todos los medios a su alcance para corregir al lenguaraz, deba movilizar a la Comisión de Ética del Congreso y a su propia presidenta. Es una concesión más a la moralina popular que se deja impresionar más por chismes que mezclan religión y sexo que por documentados cargos criminales.

Debiéramos, si de fujimoristas se trata, debatir la sentencia de la Corte de San José que involucra de refilón a Fujimori en la matanza del penal Castro Castro de 1992. Pero sus aliados del Apra prefieren el gobierno de las formas, los falsos amistes, la cortesía que quita la valentía y maniata la voluntad política. Que seamos más transparentes en el 2007.